Después de saberse que no viajaría a Rusia o Ucrania por sus problemas de salud, el Vaticano confirmó una visita del Pontífice a Kazajistán.

El Papa Francisco bendice a un niño al salir de la audiencia general semanal en el Vaticano, este miércoles. Foto: Reuters.

En una entrevista, el Papa dijo que “a la Jornada Mundial de la Juventud en Lisboa, el año que viene, “el Papa va a ir. O va Francisco o va Juan XXIV, pero va el Papa”. Francisco lanzó así una nueva hipótesis sobre su probable dimisión. Una pista que incluyó a un inexistente sucesor, a quién bautizó con un nombre emblemático, el de san Juan XXIII, que convocó poco después de su elección, en 1959, el Concilio Vaticano II, que reconcilió a la Iglesia con el mundo moderno. Algunos lo consideran el pontífice más revolucionario del último siglo en la Iglesia.

Jorge Bergoglio ha elegido a algunos periodistas que lo entrevistan, casi todas mujeres, para hablar de la hipótesis de su renuncia. Ahora señaló ante la filial de Portugal de la cadena CNN: “No ahora —dijo—, en el futuro vamos a ver”, debido a sus achaques de salud que le impiden cumplir bien su actividad pública. En diciembre cumplirá 86 años.

Ya había dicho a Valentina Alasraki, de la cadena mexicana Televisa, que “si llega el momento, renunciaré al ministerio de obispo de Roma y seré obispo emérito de Roma”. Liquidó así la condición de Papa emérito que inventó Benedicto XVI, Joseph Ratzinger, porque “Papa hay uno solo”.

Sobre su dimisión dijo “ahora no, cuando sienta que el Señor me lo pide, sí”.

Bautizar Juan XXIV a su sucesor parece una broma, pero en realidad es todo un programa y demuestra que Francisco está planeando cuidadosamente el antes y el después de su renuncia.

Significa recordar que su pontificado se inspira en profundidad con el de Juan XXIII y el Concilio Vaticano II, aunque Bergoglio se cuida de señalar su continuidad con los que lo siguieron: Pablo VI, Juan Pablo I, san Juan Pablo II y Benedicto XVI.

El presunto Juan XXIV tiene hoy las semblanzas del favorito a triunfar en el futuro cónclave que probablemente se reunirá en la Capilla Sixtina con Jorge Bergoglio aún vivo y fresca su renuncia, dos semanas después de su dimisión.

No es cierto que quien entra como virtual Papa al Cónclave sale cardenal. No fue así con Pío XII, Pablo VI y Benedicto XVI, poderosos personajes de la Curia que entraron favoritos y salieron papas.

El próximo será probablemente el cardenal Matteo María Zupy, romano de la poderosa comunidad de San Egidio, arzobispo de Bolonia, que el 11 de octubre cumplirá 67 años. Ha sido elegido presidente de la Conferencia Episcopal italiana por voluntad de Francisco, que como obispo de Roma y Papa es el líder natural de la mayor asamblea de obispos de la Iglesia.

Como dicen los italianos “el aire que tira” empuja en esa dirección. Zupy ha sido ya entrevistado por el Osservatore Romano, el diario del Vaticano, y por el Corriere della Sera, el principal matutino italiano.

Zupy es simpático y muy dotado intelectualmente. Se explica con sencillez, cita varias veces al Papa y es sin dudas un bergogliano de fierro. “Del lado de los pobres” es su lema directo.

El Papa maneja los hilos de su sucesión y prepara las normas que regirán la candente cuestión de la dimisión del Papa. El gran teólogo conservador Joseph Ratzinger renunció en 2013 a los 85 años y todavía se especula sobre las causas de su dimisión.

No hay dudas de que desde hacía más de un año había decidido la dimisión, asediado por los conflictos que emanaban diariamente de la pelea de gallos entre los cardenales de la Curia. Pero también había sufrido dos ACV cuando era cardenal, una enfermedad de su familia, y creía que no viviría mucho más si no se cuidaba.

Ratzinger acertó porque gobernó ocho años como Papa y está por cumplir 10 de emérito. A los 95 años se va apagando lentamente en el monasterio en los jardines vaticanos que hizo preparar con tiempo como su residencia.

El Vaticano confirmó este miércoles que dentro de una semana Francisco hará un viaje apostólico a Kazajistán, en Asia central, cuyo propósito principal es participar en un Congreso Interreligioso con líderes de las principales religiones.

El principal objetivo era concretar una entrevista con el patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill, para favorecer un entendimiento entre la invadida Ucrania y el agresor ruso.

Kirill apoya convencido la invasión rusa y es un íntimo consejero del presidente Vladimir Putin, ateo convertido a la fe ortodoxa. La iglesia ortodoxa tiene como fieles a la gran mayoría de los 150 millones de habitantes de Rusia.

Pero la entrevista no se concretará, a menos que haya novedades de último momento. El patriarca Kirill se ofendió porque Francisco dijo que él no debía ser “el monaguillo de Putin”.

El Papa argentino anunció hace dos días que los médicos le habían prohibido viajar a Ucrania y Moscú para avanzar en su proyectada mediación de paz. Explicó que la razón era que se había resentido otra vez la rodilla derecha en el viaje a Canadá.

El anunció del viaje a Kazajistán dentro de una semana luce como una contradicción, pero tal vez su gira asiática no le obligará a esfuerzos extraordinarios.

El Papa se puede poner de pie, pero en general utiliza la silla de ruedas en sus desplazamientos.

Fuente: clarin.com